Y entonces. Entonces llegó el peor momento de su vida.
Llegaron las lágrimas en aquel invierno que pronunció su muerte. La muerte del
alma, las ganas de verle. Acabó el verano y se llevó su vida. Se llevó a
cientos de kilómetros un amor que, la distancia acabaría matando como siempre
hizo. Vivió feliz, le llamó cada día, sin excepción. Contó los días que
quedaban para volver a verle. Y lloró, lloró todas las noches, pronunciando su
nombre en silencio, gritándole a la almohada que necesitaba sus abrazos. Quería
dejarlo todo. Marcharse, decirle adiós a eso a lo que llamaba hogar, y poder
vivir. Vivir de sus besos, de sus abrazos, o quizá, de sus sonrisas. Vivir como
vivió aquel verano que siempre será eterno en su memoria. Pasó un horrible
invierno. Sin duda el peor de su vida. Y llegó la primavera y las flores y las
ganas de verle crecían proporcionalmente a la lluvia de abril. Mayo firmó la
sentencia del final del infierno y entonces llegó.
Llegó el verano, volvió el amor, se reencontraron después de
tanto tiempo esperando, volvieron los besos a escondidas y las noches en el mar
contando estrellas. Volvieron las sonrisas infinitas y los chupetones en el
cuello. Volvieron las mañanas entre sábanas de motel y desayunos de mini bar.
Volvieron los abrazos bajo la lluvia y los paseos hasta las 3. Volvieron las
miradas de complicidad y las tardes en el café. Volvieron las risas que jamás,
jamás serán encerradas en el olvido. Pero llegó la discusión y pronto el
momento de separarse, y se dijeron adiós, no de la misma manera que un año
atrás, esta vez era un adiós definitivo, un adiós con un beso profundo, el
último, y una lágrima de despedida.
Fueron buenos momentos, ella aún le echaba de menos y no había
sido capaz de llenar su alma como aquellos veranos, él ha conseguido ser feliz
sin ella o al menos eso parece. Quién sabe quizá un día después de mucho tiempo
volverán a encontrarse, o tal vez aquella maldita distancia lo impida. Y si se
encuentran quizá resurjan de aquellas cenizas, esa pasión increíble que les
hizo luchar hasta morir de amor. El destino decidirá si sus caminos volverán a
juntarse o si todo pasará a la historia.
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